Las dinastías divinas y humanas
LAS DINASTÍAS DIVINAS Y HUMANAS:
Antes de interesarnos por el término de “dinastía” en sí mismo, recordemos que Egipto estuvo, en sus orígenes, gobernado por fuerzas divinas. El primer rey divino no fue otro que Atum-Re, el Creador que formó el universo con la ayuda de la luz; le sucedieron dioses y diosas, y posteriormente los “espíritus luminosos” y servidores de Horus; grandes ancestros que sirvieron de modelo a los faraones humanos. Estos reinos divinos se sitúan en un tiempo sin tiempo, un espacio mítico entre la eternidad y el inicio del flujo temporal. Estos faraones divinos son protagonistas entre lo invisible y lo visible, entre lo inalterable y lo perecedero; es el motivo por el que cada faraón humano debe incorporarse a la cofradía de los “Seguidores de Horus”, a fin de beneficiarse de su fuerza y no reducir su reino a un momento temporal. Si aprendemos que el dios Thot ha reinado durante casi ocho mil años, es para indicarnos que la práctica de las fórmulas del Conocimiento exige una experiencia más allá de las capacidades del individuo. No obstante, al integrar este reinado a su función, el faraón la vuelve accesible a los humanos que hayan sido iniciados en la ciencia de Thot…
Reconocidos como “justos de voz” y al habitar en la “comarca de la luz”, los faraones difuntos (humanos) son elevados a la dignidad de sus ancestros. Con este título, son citados en las listas y representados en las paredes del templo o en otros soportes como la piedra o el papiro.
Las fuentes son relativamente numerosas y variadas, y presentan una característica principal: ninguna intención de trazar una historia, sino la de venerar a los ancestros y beneficiarse de su protección. Pero repito, no hay intención histórica. La lista real más antigua que se conoce data de la II dinastía, en la que el faraón Den (Dinastía I) evoca a sus predecesores como “halcones” y no proporciona ninguna representación humana. Según el templo en el que se ha concebido una “lista real”, los soberanos difieren, y cada ciudad sagrada publica sus preferencias. Una lista de la V dinastía, conocida como “Piedra de Palermo”, recuerda que las primeras dinastías fueron divinas e insiste en los actos rituales de los soberanos. Al celebrar a sus ancestros en su admirable templo de Abidos, Seti I comienza con el fundador, Menes; y si el Canon Real de Turín, que data de Ramsés II, ofrece algunos detalles relativos a la duración de los reinos de monarcas, parece ser que se plasma desde el punto de vista de una conmemoración ritual. A partir de esta documentación particular, se empieza a estructurar una historia basada en hechos.
Las fuentes son relativamente numerosas y variadas, y presentan una característica principal: ninguna intención de trazar una historia, sino la de venerar a los ancestros y beneficiarse de su protección. Pero repito, no hay intención histórica. La lista real más antigua que se conoce data de la II dinastía, en la que el faraón Den (Dinastía I) evoca a sus predecesores como “halcones” y no proporciona ninguna representación humana. Según el templo en el que se ha concebido una “lista real”, los soberanos difieren, y cada ciudad sagrada publica sus preferencias. Una lista de la V dinastía, conocida como “Piedra de Palermo”, recuerda que las primeras dinastías fueron divinas e insiste en los actos rituales de los soberanos. Al celebrar a sus ancestros en su admirable templo de Abidos, Seti I comienza con el fundador, Menes; y si el Canon Real de Turín, que data de Ramsés II, ofrece algunos detalles relativos a la duración de los reinos de monarcas, parece ser que se plasma desde el punto de vista de una conmemoración ritual. A partir de esta documentación particular, se empieza a estructurar una historia basada en hechos.
La historia egipcia está estrechamente asociada al concepto de “dinastía”, debido al único historiador egipcio conocido, llamado Manetón. Este sacerdote nacido en Sebenito (ciudad en el delta del Nilo) respondió a una orden del rey Ptolomeo II a principios del siglo III a.C. Faraón de cultura helénica, observador y amante de la historia, se asombró por la ausencia de una lista completa de faraones que dirigieron al “País de las Dos Tierras” desde su origen. Lamentablemente su obra (Aegyptiaca) se perdió y nosotros solo la conocemos por su mención por parte de cuatro autores: el historiador judío Flavio Josefo (37/38-100 d.C.); el historiador cretense Sexto Julio Africano (160-240 d.C.); Eusebio, obispo de Cesarea (265-339 d.C.) y Jorge Sincelo, cronista bizantino (? – 810 d.C.). Una cuestión difícil es definir qué es una dinastía. ¿Disponemos de criterios que nos permitan definirla? Contamos con dos certezas: 1/no se trata de un número constante de faraones; 2/tampoco tenemos un principio de sucesión por la sangre en el seno de un mismo linaje. El término “Dynasteia” significa “poder”, y su transmisión, en el antiguo Egipto, nunca se efectuó sistemáticamente de padre a hijo o en el interior de una misma familia. Además (una cosa importante), las expresiones “hijo de” o “hija de” no implican una filiación carnal; se trata, sobre todo en los documentos de Estado, de títulos rituales. Una hipótesis plausible: una dinastía puede agrupar a los soberanos en función de un lugar privilegiado, ciudad o residencia reales vinculadas a una divinidad protectora. Pero este tampoco siempre es el caso; y Manetón tampoco nos lo aclara respecto al desglose; hay que elaborar conjeturas y observaciones parciales. Por ejemplo, tres faraones crearon una dinastía con la intención de celebrar un acontecimiento importante: a/Narmer (Menes), la unificación de las Dos Tierras, b/una nueva unificación del reino de Egipto por parte de Montuhotep II, tras la resurrección del país al salir de un periodo turbulento, c/Ahmose, con la liberación del territorio ocupado parcialmente por los hicsos, un conjunto de tribus que se asentaron en el Delta del Nilo y que posteriormente tuvieron la intención de conquistar todo el país*.
*Jacq Christian: “El Egipto faraónico”. Traducción: María Teresa Rodriguez Fisher. Editorial Blume 2023. Barcelona. 517 páginas.
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Enéada Heliopolitana |
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El papiro "canon de Turin" |
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Lista de reyes en el Templo funerario de Abidos |
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Maza del Rey Escorpión, dinastía 0 |
**Fotos de internet y alguna propia.
por: Vicente García Fons
Doctor en Medicina y Egiptólogo
(Miembro del Instituto valenciano de Egiptologia IVDE)
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Ingles
DIVINE AND HUMAN DYNASTIES
Before we look at the term “dynasty” itself, let us remember that Egypt was, in its origins, governed by divine forces. The first divine king was none other than Atum-Re, the Creator who formed the universe with the help of light; he was succeeded by gods and goddesses, and later by the “luminous spirits” and servants of Horus, great ancestors who served as models for the human pharaohs. These divine kingdoms are situated in a time without time, a mythical space between eternity and the beginning of the temporal flow. These divine pharaohs are protagonists between the invisible and the visible, between the unchangeable and the perishable; this is why each human pharaoh must join the brotherhood of the “Followers of Horus” in order to benefit from their strength and not reduce their kingdom to a temporal moment. If we learn that the god Thoth reigned for almost eight thousand years, it is to indicate to us that the practice of the formulas of Knowledge requires an experience beyond the capacities of the individual. However, by integrating this reign into his function, the pharaoh makes it accessible to humans who have been initiated into the science of Thoth…
Recognized as “just of voice” and living in the “district of light,” the deceased pharaohs (humans) are elevated to the dignity of their ancestors. With this title, they are cited in the lists and represented on the walls of the temple or on other supports such as stone or papyrus. The sources are relatively numerous and varied, and present one main characteristic: no intention to trace a history, but rather to venerate the ancestors and benefit from their protection. But I repeat, there is no historical intention. The oldest known royal list dates from the Second Dynasty, in which Pharaoh Den (I Dynasty) evokes his predecessors as “falcons” and does not provide any human representation. Depending on the temple in which a “royal list” was drawn up, the rulers differed, and each sacred city published its preferences. A list of the Fifth Dynasty, known as the “Palermo Stone”, recalls that the first dynasties were divine and insists on the ritual acts of the rulers. In celebrating his ancestors in his admirable temple at Abydos, Seti I begins with the founder, Menes; and if the Royal Canon of Turin, dating from Ramses II, gives some details concerning the duration of the reigns of monarchs, it seems to be drawn from the point of view of a ritual commemoration. From this particular documentation, a history based on facts begins to be structured.
Egyptian history is closely associated with the concept of “dynasty”, due to the only known Egyptian historian, called Manetho. This priest born in Sebenito (a city in the Nile delta) responded to an order from King Ptolemy II at the beginning of the 3rd century BC. Pharaoh of Hellenic culture, observer and lover of history, was surprised by the absence of a complete list of pharaohs who led the “Land of the Two Lands” from its origin. Unfortunately his work (Aegyptiaca) was lost and we only know it through its mention by four authors: the Jewish historian Flavius Josephus (37/38-100 AD); the Cretan historian Sextus Julius Africanus (160-240 AD); Eusebius, bishop of Caesarea (265-339 AD) and George Syncellus, Byzantine chronicler (? – 810 AD). A difficult question is to define what a dynasty is. Do we have criteria that allow us to define it? We have two certainties: 1/ it is not a constant number of pharaohs; 2/Nor do we have a principle of succession by blood within the same lineage. The term “Dynasteia” means “power”, and its transmission, in ancient Egypt, was never systematically carried out from father to son or within the same family. Moreover (an important thing), the expressions “son of” or “daughter of” do not imply a carnal filiation; they are, especially in state documents, ritual titles. A plausible hypothesis: a dynasty can group sovereigns according to a privileged place, city or royal residence linked to a protective divinity. But this is not always the case either; and Manetho does not clarify the breakdown either; we must make conjectures and partial observations. For example, three pharaohs created a dynasty with the intention of celebrating an important event: a/Narmer (Menes), the unification of the Two Lands, b/a new unification of the kingdom of Egypt by Montuhotep II, after the resurrection of the country after a turbulent period, c/Ahmose, with the liberation of the territory partially occupied by the Hyksos, a group of tribes that settled in the Nile Delta and later intended to conquer the entire country*.
*Jacq Christian: “Pharaonic Egypt”. Translation: María Teresa Rodriguez Fisher. Editorial Blume 2023. Barcelona. 517 pages.
**Photos from the internet and some of my own.
*** P.S.: I wish you all a Happy New Year. I hope that all your dreams and wishes come true. And I do not want to finish without remembering my countrymen who are on these significant dates, reworking their life path after so much misfortune. I sincerely admire your integrity and your enormous strength to keep going; and…, “never stop fighting for what you want…”. I send you all a huge hug of affection and strength.
por: Vicente García Fons
Doctor en Medicina y Egiptólogo
(Miembro del Instituto valenciano de Egiptologia IVDE)
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